sábado, 3 de septiembre de 2011

El dique

A lo peor el polvorín de Son Gotleu no aguanta tanto

Debo confesar mi estupefacción ante los titulares de prensa de ayer: "Diálogo roto". "Acuerdo frustrado". Me pregunto una vez más qué demonios hay que dialogar con quienes siembran el caos en las calles de Palma. ¿Acuerdos con presuntos delincuentes? ¿Qué acuerdos? Si los nigerianos y los gitanos están en pie de guerra hay que detener a los cabecillas de los bandos y llevarlos ante el juez. Y si los insurrectos no disponen de permiso de residencia en España, o tienen cuentas pendientes con la justicia, lo que procede es aplicarles la ley. Otra cosa es que los políticos se decidan de una vez por todas a hacer frente a la problemática social de Son Gotleu. Pero como muy bien escribió ayer Guillem Frontera, ése no es un asunto que pueda arreglarse de un día para otro. Lo que pasa en ciertas barriadas de Palma y en muchos otros sitios -por ejemplo en Badalona- es la consecuencia de las equivocadas políticas de inmigración llevadas a cabo por unos y otros a lo largo de la última década. Los ciudadanos "corrientes" -es decir, los que no nos dedicamos a volcar coches, ni a romper las lunas de los escaparates- estamos alucinados al comprobar cómo se da rango de entidad a unos colectivos marginales que desafían la ley y el orden. Luego resulta que circulas a 130 por la autopista y te baldan a multas. Eso cuando no se te cruza una imputación judicial que te cambia la vida para siempre. Creo que este otoño va a ser calentito. Pero lo mejor, tras el aniversario del deceso del general bajito.

Miquel Segura
(Artículo aparecido en la Última Hora del viernes, 2 de septiembre de 2011, en la p. 40, sección "s'Era")

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